Cuando era niño estaba locamente enamorado de María Sol Oliver. Pasábamos mucho tiempo juntos, ella venía a jugar a casa y yo a la de ella. Pero de niño tanto como de grande, siempre he sido coherente en esto, era feo y quizás gordo. Este motivo hacía que tanto María Sol como cualquier otra niña de su edad, de la mía, me considerara no más que un buen amigo. Palabra trágica si las hay para un hombre enamorado, pero peor para un niño en sus mismas condiciones.
Cuatro cumpleaños consecutivos parado frente a las velitas mis deseos eran siempre los mismos, que Sol me diera un beso, cuatro años consecutivos iba a la cama con ese deseo en la cabeza, mis noches se habían vuelto monotemáticas.
Un día con la sospecha de que a ella le gustaba Nicolás Villanueva, un colorado de ojos terracota, atlético, que me no solo me doblaba en altura, sino que tenia locas a todas las nenas del grado, le escribí una carta sutil para esclarecer algunas dudas. La notita decía:
Yo gusto de vos.
¿vos gustas de mi o te gusta Villa?
Bueno quizás la notita no era tan sutil como creía, pero estaba abriendo mi corazoncito por primera vez. Su respuesta se hizo esperar, ella me devolvió el papelito al final del recreo, lo abrí, en el mismo lugar donde ella me lo había dado, el centro del patio, me acuerdo perfectamente, los chicos corrían después de escuchar el timbre, las maestras llamaban a clase.
Su respuesta era: - No gusto de vos- ( sin aclarar nada respecto de Nicolás Villanueva). Me vi solo parado en el patio con el colegio hecho cáscara, girando a mi alrededor, se me doblaban las piernas.
Esa hora de matemáticas fue la más amarga de mi vida y guardé silencio sin anotar nada mientras apretaba el papelito en el bolsillo derecho del guardapolvo, como si con apretarlo pudiera cambiar lo escrito.
Mamá me fue a buscar y yo fui callado todo el viaje en coche, comimos bife con papas, después de comer no tenia ganas ni siquiera de mirar la tele, y me la pasé en la terraza meditando.
Por la tarde mamá que todo lo ordenaba aún ya estando ordenado y que todo lo revisaba como lo hacen las madres, encontró la nota. Me llamo desde mi habitación y cuando vi el papel arrugado en sus manos caí con todo mi peso triste sobre la cama.
-y esto?- me preguntó con su mirada transparente. Le conté lo mal que me sentía por quererla y que ella no me quisiera. Mientras mis lágrimas empezaban a caer gruesas sobre la alfombra, fue cuando la escuché decir la mentira mas tierna de todas:
- Mi amor, ella también gusta de vos, no ves acá dice: No, gusto de vos.- O sea que Villa no le gusta, pero vos si .
La coma no existía pero mamá había sido capaz de trocar la realidad para que su hijito, feo, gordo y no querido dejase de llorar y bajase a tomar la leche feliz.Esa noche la mentira de mi madre me hizo dormir el sueño de los justos, Aunque María sol aún no me haya dado ese beso que pedía en mis cumpleaños.