domingo, 27 de marzo de 2011

La cosa perdida. por Maxi Olariaga


La cosa perdida es mucho más que una cosa. Ni siquiera es una cosa. La cosa perdida es un libro maravilloso, un caballo alado sobre el que podrán cabalgar entre las nubes de mundo en mundo, de estrella en estrella.
Hace año y medio el cartero que va y viene a América cada noche, lo trajo a mi casa desde Argentina. Me lo dejó bajo la puerta como lo que en realidad parecía ser. Una cosa perdida. Les diré como comienza: «Sucedió hace ya unos cuantos años, un día normal y corriente de verano junto a la playa. Como de costumbre, estaba ocupándome infatigablemente en mi colección de tapones de botellas y de pronto, sin ningún motivo, levanté la vista. Entonces vi la cosa por primera vez».
No me digan que no les apetece seguir leyendo. El libro está escrito por Shaun Tan, escritor australiano de Fremantale. Sus libros, dice la crítica, son para niños. Están profusamente ilustrados por él mismo con una luminosa galería de imágenes a las que asirse para no perderse en el viaje de retorno al alma olvidada. Yo creo que lo que la crítica califica de «para niños» no es exacto. Es un libro escrito para todos aquellos que han perdido la infancia en algún recodo del camino y para todos aquellos que ni siquiera lograron tenerla. Aquellos a los que les privaron de ser niños. No conozco a nadie con el que haya conversado seriamente sobre el asunto que, de un modo u otro, no tenga la sensación de haber perdido su infancia en algún lugar remoto y ahora inalcanzable.
Dice Shaun Tan en alguna de las páginas de este libro mágico: «Aún pienso en la cosa perdida de vez en cuando. Sobre todo cuando de reojo veo algo que no acaba de encajar». ¡Claro! Cuántas veces le habrá pasado a usted igual que a mí. Esa sensación de mirar un segundo atrás y sentir como el cuerpo entero entra en ebullición, notar un mareo, constatar un vértigo hasta entrar en una vorágine descontrolada que nos voltea la estabilidad que tanto apreciamos, y sentir el descenso a toda velocidad, marcha atrás por nuestra vida, en busca de la cosa perdida? Si, seguro que ha tenido que pasarle alguna vez.
Todos nos hemos dejado atrás cosas que se han perdido en el estruendo de los días y se han ido amontonando en el detritus que la humanidad va dejando que se hunda en los mares de la historia. Siempre estamos dispuestos a olvidar ciertas cosas. No queremos recordarlas para no hacernos más daño del que recibimos diariamente. Las dejamos ir río abajo y culpamos a la ausencia y a la memoria de nuestra dejadez. El olvido, si, el olvido lo justifica todo y culpamos a la cosa perdida para no exigirnos cuentas de los desastres de nuestra vida. Nuestra mala vida. Tal vez la cosa perdida sea un gran amor, o un hermano. Quizás una hora de indecisión o un malentendido nunca aclarado.
Quién me envió este libro desde Argentina escribía versos bellísimos. Se me ocurre que tal vez perdió los versos o el arte de escribirlos. Tal vez esa sea su cosa perdida y vague por la Pampa buscándola.
Hace dos años que no veo a Iria Lago, mujer y poeta fuerte como un hilo de cristal cosido en las mejillas de un héroe. Ella me envió el libro para que intentase encontrar mis cosas perdidas. Hace dos años ya, y no hallo lo que busco. Tal vez Iria tampoco ni usted ni su amor. Tal vez todos estemos perdidos en un horizonte que nunca existió. Yo voy a releer el libro de la cosa perdida y se lo recomiendo a ustedes. Tal vez se encuentren a si mismos en algún rincón feliz de una noche que tenían olvidada.

sábado, 19 de marzo de 2011

Murió David Viñas.



Es cierto que la muerte mejora a las personas, pero en el caso de Viñas, esto no era necesario. Viví con mucho dolor el hecho de que tanta gente que lo repudió lo prohibió en vida se pasee por ahí haciendo homenajes o dedicándole suplementos.
Yo solo fui su alumno, solo publiqué el único libro sobre él en vida, solo compartí un puñado maravilloso de charlas en el instituto 25 de Mayo. Hacía más de tres años que no hablaba con él, sin embargo veo su foto y escucho la fuerza de su voz, el compromiso de su vida, esas primeras palabras que le oí decir en esas performances que eran sus clases. sentado mirando un cuadro de MArtí

- Guantanamera, Guajira, Guantanamera... Guantanamo... hablemos de imperialismo.-

martes, 8 de marzo de 2011

Una voz



su voz cuando canta
me recuerda un pájaro pero
no un pájaro cantando:
me recuerda un pájaro volando.

Ferreira Guallar.

Poema Sucio/ En el vértigo del día.