sábado, 3 de marzo de 2012

El colado II



II

Me colgué de la medianera asomando apenas la cabeza, el patio seguía a oscuras. Retrocedí, hice mi carrera, pero no pude lograrlo, no tenía fuerzas, la pared desde afuera parecía más alta además había enjuagado bien el pantalón en una canilla vecina y eso también me dificultaba el salto.
Tirado en la vereda de enfrente encontré el armazón de un televisor, lo puse cerca de la pared para usarlo de escalón, pero no soportó mi peso. Tenía que buscar otra manera de entrar a la casa y tocar el timbre no era opción.
Me senté en el cordón, camine por enfrente, di una vuelta a la manzana y decidí intentarlo otra vez.
El patio estaba a oscuras, la casa también, pero se oían voces, de repente una pequeña luz fue bañando las paredes y descubriendo siluetas.

-¡ Qué los cumplas feliz, qué los cumplas feliz! ¡ Qué los cumplas: Nikki, qué los cumplas feliz! -

Sopló, una de las dos velas siguió destellando, sopló otra vez. Apagón incómodo y aplausos. Alguien en la oscuridad buscaba mi mano, me asusté.

-¿ Nos sacás una foto?- Asentí con la cabeza y comencé, poseso, mi lluvia de flashes, para un lado, para el otro, tratando de cegar a todo el mundo, de borrarme de sus memorias. Me adueñé de la cámara y cada tanto revisaba en el menú, para saber si era la que me había retratado, pero no era.
Nikki empezó a preguntar por Andy que no aparecía por ninguna parte y que no aparecería vivo.
Seguí con las fotos, mientras más fotos hubiera, más pasaría desapercibida la que me habían sacado. Algunos posaban otros no.
Fui hasta el baño, la luz estaba encendida, afuera había cola. Salió un joven revisándose la bragueta y refregándose la nariz, lo retraté y me palmeó el hombro al pasar. La despensa estaba vacía, disparé una foto al azar, entré al escritorio, contra la pared vi un tumulto, una rodilla, una teta perdida fuera del corpiño, saqué una foto y volví a la pista.
Dejé la cámara en la mesa y me serví una copa de vino, una mujer a mi lado estaba en lo mismo. No era linda, pero besaba bien, cada vez que abría los ojos, veía al tal Lobito vigilándome desde un ángulo distinto.

-No conozco a nadie, vine con una amiga que se fue con un flaco mientras soplaban las velas y no me avisó nada ¿ vos?-

Un grupo de seis se despedían de todos a viva vos, se iban. La tomé de la mano y salimos.
En la calle clareaba, nos abrazamos, nos besamos, hacía frío y me di cuenta que había dejado la campera adentro con la billetera y los documentos, estaba por tocar el timbre sin soltarla de la mano, cuando un patrullero estacionaba silenciosos frente a nosotros con la batidora prendida, el que manejaba miró mi pantalón todavía empapado.

jueves, 1 de marzo de 2012

Los sinsabores del verdadero policía


Si bien, el libro es una chantada de los editores que agarraron un monton de textos ineditos de Bolaño y dijeron esto es casi el libro, él lo hubiera querido asi, de no haberse muerto antes le encantaria sacar a la luz una novela borrador(¿?). En fin, si bien eso que es un chamuyo total, este libro tiene un capitulo, uno solo que me emocionó mucho, en el que se ve a un Bolaño entrañable, y ese capitulo de seis carillas, ese en el que Amalfitano piensa su vida, hace que valga la pena todo lo demás.