martes, 13 de noviembre de 2007


Se que en algún punto del recorrido me he convertido en el abominable hombre de los viernes, con mi nariz chusca, mi sombrero chusco, mi corazón chusco. En días como el de hoy comprendo a los mutilados, a los paralíticos, a los mogólicos, a los que nunca les llega el transplante, a los que esperan en calles vacías a las tres de la mañana a que alguien salga por la puerta, a los que no saben nadar, a los que se pierden siempre el show, a los viudos de los geriátricos, a los que encuentran el auto chocado, al perro muerto sobre el hijo muerto: yo soy ellos, soy el pozo profundo al final de bache, soy la rotura de ligamentos de estos destinos cruzados, la distensión de amor, una trinchera helada, sin balas y con olor a vos...

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