martes, 31 de enero de 2012

Viaje


Suena el despertador e inmediatamente descubro mi falta de ganas de viajar, estaba disfrutando mucho mi condición de turista en Buenos Aires: City tours, salidas al teatro, asados tematicos, y otras bellisimas sorpresas.
La risa de anoche todavía resuena en mi cabeza cuando rebienta la celular sonando.

- Estas listo?. Estamos abajo-

Mi vieja insitió en alcanzarme hasta Puente Saavedra, pero llega fiel a su estilo, media hora antes de lo convenido. Me baño acomodo los últomos petates y bajo.
Màs allà de todo lo que sufrieron a raiz mio, mis viejos se resisten a dejar de quererme y siempre son los únicos en ofrecerse a llevarme y traerme de las terminales, de los aeropuertos. Siempre son los ultimos y los primeros abrazos.
Parados en la avenida, mi vieja me habla de Frankenstein, libro que tiene que leer uno de los alumnos que prepara y pese al sueño y la resaca de la noche anterior me hace feliz hablar de eso. El monstruo quiere una mujer y persigue a su creador hasta la muerte.
Mi viejo huele a espuma de afeitar, la misma que usaba cuando me dejaba en el colegio de niño, ese olor es un lugar en mi, subo al micro se agitan palmas abiertas desde la calle.
Una pareja en el asiento delante mio se abraza fuertemente, estan sobre exitados por su primer viaje solos, se besan desprolijamente, no saben besar. El montruo quiere una mujer pienso antes de cerrar los ojos.
Llegamos a Tigre y empiezo a repetir las cervezas. La gente se desesperar por formar una fila y casi inmediatamente se inquieta porque la cola no avanza. El rìo está calmo y el sol brilla en todas partes.
Subo al barco y duremo, para cuando el calor me despierta ya tenemos una hora de travesia y la gente hace cola en el Free Shopp. Desayuno un cafe con leche mirando el rìo partirse a nuestro paso.
EL barco aun no toca puerto y la gente se avalanza en colas para bajar, 20 minutos despues se arrastran hasta la aduana.

Algo para declarar?

Y aperdì señal en el celular- digo, aunque me gustaria decir odio a la gente con la que viajo.
Subo al micro y me doy cuenta que nunca voy a llegar a las 1530 hora uruguaya, que los chicos me van a tener que esperar màs de una hora y que se van a cagar en mi aunque nunca digan nada.
La habana está en mejor estado que la primera parte que descubro de Montevideo, un montevideo precario y pobre de caras tristes, pero esa primera imagen se discipa al correr de las calle, la ciudad esta repleta de construcciones antigüas de las que es muy fácil enamorarse.
En la terminal El pelado me abraza y ya me empiezan las ganas de hacer este viaje.

1 comentario:

Acicalada dijo...

traeme río y mates con canarias para cebarme cuando vuelvas, dale? feliz viaje, Fefe!