martes, 17 de enero de 2012

El arquitecto



¿ Cómo llegamos a esto preguntas?
Un sábado, hace dos meses iba para mi casa, eran las once de la noche y el 152 había agarrado onda verde, cada semáforo que pasábamos parecía que nos cargaba de velocidad, como esos video juegos ¿viste?. Era bueno ir con el viento en la cara, ya habían empezado los primeros calores del año, yo viajaba en el asiento de atrás, solo, del lado derecho junto a la puerta.
De repente el colectivero hizo una maniobra muy brusca, se cruzó tres carriles a toda velocidad intentando alcanzar una parada, en el movimiento casi destruye a un auto que se salvó de milagro, pero no corrió la misma suerte un ciclista que fue arrinconado hasta caerse encima de las mesas de la pizzería Burgio.
Aún haciendo todo eso el colectivo no alcanzó su principal objetivo y recién logró detener la marcha cruzando Monroe.
Por los múltiples espejos pude ver una expresión asombrosa en la cara del chofer, es cierto que estaba lejos, pero aún así la noté. Algunos pasajeros comenzaban a levantarse de su asientos para ver que había ocurrido, cuando se oyó el crujir de la marcha atrás, hicimos unos metros en reversa hasta que nos detuvimos. Un anciano le gritó al chofer: ¡ ¿qué?! ¡¿nos quiere Mataarrr?!. Este solo se limitó a abrir la puerta con una sonrisa.
Primero sus brazos desnudos se sujetaron al pasamanos, como subida a un podio dos escalones después se apareció frente al pasaje. La primavera estaba en todo.
Era morena, y llevaba un vestido verde. Pidió el boleto, pero la máquina no le aceptaba las monedas, demasiado nuevas, demasiado pequeñas o demasiado falsas. Luego de intentar tres veces sin lograrlo, un hombre que estaba sentado delante, pagó por ella.
Le agradeció con la mirada sin decirle palabra y recorrió el largo rectángulo del colectivo hasta sentarse en la otra punta de mi último asiento.
Solo una vez sentada, el colectivo reanudó su marcha.
¿ Me seguís?.
Desde mi distancia podía olerla, podía oírla respirar aún con el metálico chillar del motor a nuestras espadas. Con su ojos destellantes contemplaba solemne la película que le pasaba la ventanilla metro a metro. No podía dejar de mirarla. De pronto comenzó a reírse sola, se le llenó la boca de esos dientes y encías perfectas y me miró. En ese momento supe que iba a arruinarme la vida.

- Perdóname ¿ te puedo contar algo?- me dijo. Me quedé mudo, no podía creer que me estuviera hablando. Asentí con la cabeza.
-¿Te puedo contar algo de mi sobrina que no me aguanto más de la risa?- Asentí con la cabeza.
- Tiene dos años y medio y hace algunos meses antes de irse a dormir, le dice a la mamá que hay un fantasma en la habitación, la mamá le pregunta ¿adonde Juli?. Ahí al lado de la ventana. No, Juli, eso es la cortina, los fantasmas no existen, no pasa nada, andate a la cama. Y así todas la noches.
Hoy la vamos a acostar y viene y nos dice: Mamá, mamá hay un dinosaurio en la habitación. ¿ Un dinosaurio? ¿ en dónde Juli?. Ahí, al lado del fantasma –

Empecé a reírme, ella lloraba de la risa. A las semanas nos mudábamos a este departamento a estrenar. De todo el edifico, ella eligió el tercero B.

¿ Sigo, o el resto ya lo sabes?... El que calla otorga, sigo entonces.

Apenas mudados y después de poner todas las lamparitas, nos dimos cuenta que había un problema con la instalación eléctrica, algunas luces de la cocina y el cuarto encendían y otras no, Como era sábado nadie nos atendió el teléfono en la inmobiliaria. Dejé un mensaje.
Hice de cenar, tomamos un vino entre el desorden maravilloso de las cajas, todo era promesas. Decidimos darnos una ducha juntos antes de acostarnos, pero desnudos bajo la lluvia descubrimos que el agua caliente no funcionaba.
Cagándome en todo salí al balcón a ver que pasaba con en el termo tanque eléctrico, allí leí - error 6 -. La razón no sirvió para componerlo, tampoco los puñetazos que le di.
Su mirada estaba a mi lado reprobando todo lo que hacía – ¡Probá vos! Le decía, pero ella nada. Esa noche nuestros cuerpos a penas se tocaron en la cama.
A la mañana siguiente, la lluvia me despertó, me asomé por la ventana me encanta ver llover desde la cama, pero era un día despejado. La lluvia venía del techo del baño. Parece ser que un caño de la ducha del vecino del cuarto piso estaba roto y el agua bajaba sin escalas por el techo hasta el suelo. Era Domingo y como la inmobiliaria estaba cerrada, dejé otro mensaje, pero con peor tono y hablé con el vecino, para que dejara de usar el baño.
Ella no me acompañó en ningún momento, se quedó en la cama viéndome ir y venir, putear y reputear.
Solo se levantó de su pose de foca, para encender el equipo de música que al instante voló por los aires como una bomba. Del susto que se dio se fue para atrás y se golpeo la cabeza contra el borde de un mueble y estuvo todo del Domingo echada con hielo en la nuca mientras yo vaciaba y ordenaba todas las cajas.

-¿ Me seguís?-

Bien, falté al trabajo, me descontaron el día y hablé con la inmobiliaria, me prometieron solucionarme todo a la brevedad y te hicieron cargo a vos de todo esto. Me dijeron, Vicente, el arquitecto, se va a encargar de todo, el es el responsable, además tiene el su estudio en el segundo piso, quédense tranquilos. Bien dije, al menos me lo van a solucionar. Ese mismo día teníamos luz y agua caliente, pero se ve que algo tocaron en el termo tanque al solucionarle el error 6 y le cargaron otro, el error 2 y nos quedó fija la loza radiante encendida en el máximo sin posibilidad de apagarla. No hubo aire acondicionado ni ventana abierta que nos aliviara. Esa noche se fue a dormir de sus padres yo me quemé solo en el departamento que ella, había elegido.
A la mañana siguiente cuando estaba saliendo para el trabajo, la cerradura de la puerta se rompió y me quedé adentro. El cerrajero llegó dos horas después y me cobró cuatrocientos pesos y para rematarla me dijo que la cerradura era de la peor calidad posible. no fui a trabajar y me descontaron el día. Reemplazaron el termo tanque y ella volvió a casa, para descontracturarnos la invité a cenar afuera, el clima entre ambos se había tornado áspero así que volvimos pronto.
Al llegar, el ascensor se quedó atorado entre el segundo y tercer piso. Golpeamos la puerta, pedimos auxilio, pero nadie nos respondía.
- Uy – me dijo muy nerviosa
- No pasa nada ya nos van a abrir, amor, es cuestión de minutos-
- No, no , es que me estoy cagando-

Bueno, que tenes que aguantar, que vos podes, que ya nos abren y haces en casa y ella, no, que tengo retorcijones y que esas rabas de mierda que pediste para compartir y yo no quería, ¿ves? y que no aguanto más, y que me hago acá.
Se bajo la bombacha se arremangó la pollera y cagó dos soretes cortos de color marrón claro mientras lloraba y me pedía que mirara a otra parte. Entre otras cosas el olor era imposible de soportar.
Nos sacaron, se duchó, armo una valija y se fue para siempre.
Hace tres días me está lloviendo en el cuarto por otra fuga del piso de arriba. Y no me lo solucionás y no me atendés el teléfono.

- ¿Sigo hijo de puta?-

Se que en algún momento del día fui a tu oficina en el piso de abajo de casa, se que me quisiste dar excusas, se que no las oí, después todo se torna un poco nebuloso, un golpe de puño, te até a una silla con tu propio cable teléfono, te desnudé completamente ¿ no? ¿ y en que momento te corté la oreja ?. Por la sangre creo que debe haber sido cuando te subí acá.
Después te fui rajando la carne con la gillette y te bañé en alcohol.
Es muy difícil pensar en soltar a una persona que se tiene atada, mientras te gritan: -¡ Soltame, por favor soltame ! ¿ sabes? ¿Por qué no te callas y me dejas seguir.?. No te voy a matar, pero te voy a cortar todos los dedos, nunca más en la vida vas a poder agarrar un regla T.

1 comentario:

Mariano dijo...

Buenísimo! Me mato la escena del ascensor ...