viernes, 4 de febrero de 2011


No hay manera,
por más que me bañe y me bañe
no puedo sacarme la soledad de la piel.

Desaparezco de mi frente al espejo,
no me soporto, no me puedo ni ver.

Alguna vez me acostumbré a perdelo todo
desandandome por Paraguay y Oro.

Alguna vez me acostumbre a callarmelo todo
a gritarme bajo el agua
lo que no me quería escuchar.

No hay tiempo para la tristeza,
no hay tiempo para llorar.

En un rato llegan los medicamentos
y me tengo que bañar.

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